Ni hueso ni pepita (2015)

Ni hueso ni pepita (2015)

SIZE 200x324 cm
TECNIC Digital print on Hahnemühle paper Photo Luster de 260 g

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El principio es una fotografía tomada en 1959 en la Escuela Rural de Nuestra Señora de Cogullada (Zaragoza). En ella aparecen tres alumnos en un ejercicio práctico de injertos frutales, de rodillas, con la cabeza baja, concentrados en la manipulación de patrones de almendro, uno de esos alumnos es mi padre.

Más de cincuenta años me separan de ésta imagen, de ese ensayo en blanco y negro que de alguna forma ha terminado transfiriéndose, con el tiempo y por canales bien distintos, a mi práctica artística.

Pertenezco a una generación que nació analógica, pero de forma súbita y en el intervalo de muy pocos años sufrió una transformación digital. Hemos tenido que adaptarnos a nuevos patrones de comportamiento, abandonando hábitos y prácticas que formaban parte de nuestra naturaleza físico-estable, aprendiendo nuevas habilidades en consonancia con las expectativas que se tenían hacia este nuevo injerto digital, que en los últimos años ha crecido de forma hipertrofiada.

Lo siguiente fue una reunión, en julio de 2014, con María Ángeles Moreno, responsable del área de injertos de la Estación Experimental Aula Dei (EEAD)de Zaragoza. La idea era participar con esta institución en el diseño de un árbol multi-injertado. A partir de un patrón desarrollado íntegramente por Moreno, se irían injertando otras variedades de árboles, hasta que con el tiempo, se formase un árbol frutal adulto.

La mañana del 30 de marzo de 2015, transplantamos dos patrones del híbrido desarrollado por María Ángeles y que servirá de base para los futuros injertos. Este híbrido es un prototipo experimental formado por varias especies de melocotonero, almendro y ciruelo.

En septiembre de 2015, el árbol todavía es poca cosa, no más de 40 cm de alto, pero ha trascendido en una serie de ejercicios artísticos que reflexionan en torno al tiempo orgánico y la tecnología, la información como paisaje, y la reclamación de la medida humana en un mundo dominado por el paradigma de la velocidad, el progreso ciego, y la huida hacia adelante.

“Más grande aun que el misterio del crecimiento natural es el misterio de la finalización natural del crecimiento”. Con estas palabras E.F. Schumacher nos alertaba en 1973 sobre el principio de autolimitación, que en términos de tamaño, velocidad o violencia no posee la tecnología. Mientras un árbol, en un sistema sutil como el de la naturaleza, tiende a equilibrarse con su entorno, la tecnología actúa como un cuerpo extraño, ajeno, y particularmente voraz con los recursos naturales.

Esta falta de equilibrio respecto a su entorno que nos muestra la tecnología, es la que ha propiciado el título de la exposición “Ni hueso ni pepita”:Un injerto es un método de propagación vegetativa en el que una porción de tejido procedente de una planta se uno sobre otra ya asentada, de tal modo que el conjunto de ambos crezca como un solo organismo. Pues bien, para obtener un injerto es necesario que haya afinidad entre las partes, y esta afinidad resulta de cierta analogía en la estructura anatómica, de nutrición y de vegetación. La práctica, y sólo ella, a permitido establecer exactamente los casos de afinidad y los casos de antipatía de las diversas especies frutales para los diferentes portainjertos, pues no existe ninguna regla que permita determinar a priori esta afinidad o esta antipatía.

“Ni hueso ni pepita” hace referencia a esta falta de afinidad entre la tecnología y la naturaleza. La tecnología se desarrolla siguiendo sus propios principios y leyes, los cuales son muy distintos a los patrones de crecimiento de la naturaleza. Mientras ésta tiende a equilibrarse, la tecnología es exponencial, violenta, en términos de tamaño velocidad.

Este proyecto quiere convertir el experimento botánico del injerto en una acción decrecionista y abrir un debate sobre el uso de las nuevas tecnologías desde el paragüas del equilibrio natural.

Colección Diputación de Zaragoza.