La escucha sésil (2017)

La escucha sésil (2017)

SIZE 90x202x33 cm
TECNIC Oil on London plane wood, XLR wire, cooper tube and Bee wax

Hay un sonido que inevitablemente relaciono con mis paseos por el centro de Zaragoza. Un audio al que no puedo poner fecha de inicio y que desde mi infancia hasta la adolescencia suponía un auténtico misterio. Ese sonido es el “Bendita y alabada sea la hora” que se emite tres veces al día a través de una potente megafonía ubicada en las torres de la Basílica del Pilar. Pero lo que me sigue sorprendiendo de esta jaculatoria –fuera de cualquier condicionamiento religioso– es la perseverante textura de su sonido mono canal, puesto que a lo largo de todos esos años he experimentado un “Ángelus” lo-fi, como una imagen digital muy pequeña que al agrandarla se pixela, perdiendo parte de su definición original.

Durante el mes de julio de 2017 me puse en contacto con el servicio municipal de parques y jardines del Ayuntamiento de Zaragoza. Mi propósito era encontrar un testigo que hubiera estado expuesto a este sonido aproximadamente los mismos años que yo. Un testigo neutro que pudiera contener en su memoria las emisiones primigenias del “Bendita y alabada sea la hora”. Ese mismo mes Parques y Jardines localizó un árbol seco que iba a ser talado, un gran platanero de sombra (Platanus x acerifolia) en la Arboleda de Macanaz, justo en la ribera opuesta a la Basílica.

Pero ¿cómo un árbol puede poseer el sentido del oído? Como sabemos los sonidos son vibraciones que se desplazan por el aire en forma de hondas sonoras, y los árboles como el resto de los vegetales y algunos otros seres vivos que carecen de pabellones auditivos pueden captar esas vibraciones e interpretarlas. Estas vibraciones pueden ser captadas por todas las células del árbol gracias a la presencia de los canales mecanosensibles. En las plantas el sentido del oído es difuso y no está concentrado en un único órgano como por ejemplo el del ser humano, por lo tanto los vegetales escuchan con todo su cuerpo, tanto con su parte aérea como con su parte subterránea.

La pieza que presento en esta exposición está construida con uno de los tallos secundarios del platanero de sombra. Esta rama de dos metros de envergadura probablemente sintió e interpretó el “Bendita y alabada sea la hora” durante toda su vida, como un testigo mudo –a nuestros sentidos–, pero por su condición de organismo sésil (que no puede desplazarse) no pudo omitir ese sonido, siendo testigo de todas las variaciones, cambios de formato y tecnologías utilizadas en la emisión de ese sonido.

Actualmente las voces de los infanticos del Pilar se emiten tres veces al día desde un USB conectado al sistema de reproducción sonora de la sacristía mayor de la Basílica del Pilar. Desconozco el origen y formato del primer archivo, si la cinta de casete otrora fue perdiendo calidad por su uso dando origen a esa singular textura, si el cabildo metropolitano tiene previsto disponer de un nuevo cántico, o si algún día la asociación Movimiento Hacia Un Estado Laico (MHUEL) conseguirá el cese de este cántico católico.

Colección Gobierno de Aragón.